La de Bringas
Tito Chaín
“Era
aquello…, ¿cómo le diré yo?..., un gallardo artificio sepulcral de atrevidísima
arquitectura, grandioso de traza, en ornamentos rico, por una parte severo y
rectilíneo a la manera viñolesca, por otra movido, ondulante y quebradizo, a la
usanza gótica,…”
(Benito Pérez Galdós “La de Bringas” página 23,
Editorial Offset, México 1987)
Así
inicia esta célebre novela cuyas tres primeras páginas deberían ser lecturas
obligadas por maestros a estudiantes de arte y arquitectura. En general o en brevísimo resumen “La de
Bringas” narra la vida en el palacio real de Madrid de algunos empleados y
burócratas del gobierno monárquico y describe parte de sus vidas y costumbres
en la España de la segunda parte del XIX. Benito Pérez Galdós (1843-1920) hace
énfasis en las muchas gentes de medio
pelo que quieren con presunciones y “trapos”
(Rosalía, la esposa) aparentar lo que no son y por ello se ven impulsados a
vender su honradez. No tienen pan en la casa pero si se endeudan por comprar
vanidades, actitud que aunque Pérez Galdós señala como abundante hasta el
límite, no sería nada, contra está presuntuosa costumbre, agravada en grado
sumo, hoy, no sólo por gentes, sino por
países enteros, que no están endeudados, sino ahogados por los usureros, no son
solamente pobres, no están en cero, sino muy por debajo de cero por obra y
gracia de ¡vaya usted a saber!
Benito
Pérez Galdós en este libro, mezcla de ficción y realidad, destaca al Bringas
esposo quien prefiere someter la presunción a la exagerada economía doméstica. No
hay que dejar de lado, sobre todo para los médicos, la narración de Don Benito,
sobre el tratamiento que se aplicaba en aquella época a quien padecía temporal
pérdida de la vista, como sucedió a Francisco por su propensión al detalle. Al
final de la novela los actores de la Revolución de 1868 (La Gloriosa) toman sin
violencia el Palacio (Isabel II va al exilio) y
de los empleados inquilinos de la gran mole real, algunos, los
indispensables por la naturaleza de su trabajo, continúan sus funciones, sólo
tendrán cambio de Patrón, (tan de moda hoy en los tribunales) bajo el nuevo
régimen, y otros como Bringas, fieles a su dignidad, a su ideología monárquica,
parten hacia una nueva morada y vida, y como no hay segundas partes (cómo hoy acostumbran
los autores que escriben a modo del consumidor) de ésta historia, tal nueva vida
de los Bringas, fue y siguió su curso, según la capacidad o imaginación de cada
cual para conocerla. (fjch121228)
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