domingo, 6 de enero de 2013

La de Bringas


 
La de Bringas
Tito Chaín
 
“Era aquello…, ¿cómo le diré yo?..., un gallardo artificio sepulcral de atrevidísima arquitectura, grandioso de traza, en ornamentos rico, por una parte severo y rectilíneo a la manera viñolesca, por otra movido, ondulante y quebradizo, a la usanza gótica,…”
(Benito Pérez Galdós “La de Bringas” página 23, Editorial Offset, México 1987)
 
Así inicia esta célebre novela cuyas tres primeras páginas deberían ser lecturas obligadas por maestros a estudiantes de arte y arquitectura.  En general o en brevísimo resumen “La de Bringas” narra la vida en el palacio real de Madrid de algunos empleados y burócratas del gobierno monárquico y describe parte de sus vidas y costumbres en la España de la segunda parte del XIX. Benito Pérez Galdós (1843-1920) hace énfasis en las muchas gentes  de medio pelo que quieren con presunciones y “trapos” (Rosalía, la esposa) aparentar lo que no son y por ello se ven impulsados a vender su honradez. No tienen pan en la casa pero si se endeudan por comprar vanidades, actitud que aunque Pérez Galdós señala como abundante hasta el límite, no sería nada, contra está presuntuosa costumbre, agravada en grado sumo, hoy,  no sólo por gentes, sino por países enteros, que no están endeudados, sino ahogados por los usureros, no son solamente pobres, no están en cero, sino muy por debajo de cero por obra y gracia de ¡vaya usted a saber!
 
Benito Pérez Galdós en este libro, mezcla de ficción y realidad, destaca al Bringas esposo quien prefiere someter la presunción a la exagerada economía doméstica. No hay que dejar de lado, sobre todo para los médicos, la narración de Don Benito, sobre el tratamiento que se aplicaba en aquella época a quien padecía temporal pérdida de la vista, como sucedió a Francisco por su propensión al detalle. Al final de la novela los actores de la Revolución de 1868 (La Gloriosa) toman sin violencia el Palacio (Isabel II va al exilio) y  de los empleados inquilinos de la gran mole real, algunos, los indispensables por la naturaleza de su trabajo, continúan sus funciones, sólo tendrán cambio de Patrón, (tan de moda hoy en los tribunales) bajo el nuevo régimen, y otros como Bringas, fieles a su dignidad, a su ideología monárquica, parten hacia una nueva morada y vida, y como no hay segundas partes (cómo hoy acostumbran los autores que escriben a modo del consumidor) de ésta historia, tal nueva vida de los Bringas, fue y siguió su curso, según la capacidad o imaginación de cada cual para conocerla. (fjch121228)

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